INDUSTRIA AERONÁUTICA

Más compañías aéreas dejan Venezuela y acentúan su aislamiento

En la Venezuela del desabastecimiento no sólo escasean la carne, la harina, el café, los medicamentos oncológicos, las baterías para vehículos y los artículos de aseo. También faltan aviones para viajar a otros países.

La suspensión de vuelos de Alitalia anteayer y las restricciones de Lufthansa de ayer recortaron aún más las alas a una nación en la que volar se convirtió en un lujo difícil de encontrar.

«Debido a la actual crítica situación cambiaria en Venezuela, que no permiten hacer rentables las conexiones desde y hacia este país, Alitalia decidió suspender temporalmente sus vuelos Roma-Caracas-Roma desde el 2 de junio», comunicó la compañía, que cuenta entre sus clientes a los numerosos emigrantes transalpinos.

El Estado debe casi 4000 millones de dólares a las aerolíneas por obra y gracia del control de cambio impuesto por el fallecido Hugo Chávez hace 11 años. Los pasajeros compran sus pasajes en bolí­vares y el Estado los debe cambiar a dólares, para que las compañías lo reporten a sus centrales. Pero desde hace meses, en algunos casos más de un año, dejó de hacerlo por culpa del terremoto económico que sufre el país.

Alitalia se sumó así a Air Canada, la primera compañía que abandonó Venezuela, en marzo, pese a las amenazas del gobierno de Nicolás Maduro, que denunció manejos antirrevolucionarios en aquella medida.

La próxima puede ser Lufthansa, que ayer anunció que suspende la venta de pasajes.

Otras aerolíneas, la mayoría, redujeron el número de vuelos y el tamaño de los aviones, en un esfuerzo para mantenerse en el país. Como la colombiana Avianca, otrora una de las que más operaciones realizaba y que ahora sólo dispone de una cuarta parte de sus asientos.

Pocos puestos y muy caros. Volar la semana que viene de Caracas a Bogotá cuesta alrededor de 20.000 bolí­vares, que equivale a 2000 dólares si se aplica la tasa de cambio del Sicad1, como predica el gobierno. Los precios se disparan hasta 5000 dólares para viajar a Europa. Por supuesto, si el billete se encuentra en una especie de lotería de las que pocos salen ganadores. Y con limitaciones de tiempo: sólo se puede comprar a un mes vista en la mayoría de las aerolíneas.

«VERDADERA CONFISCACIÓN»

«Ésta es una situación de locos», protestaban ayer los viajeros en la larga cola de la estatal Conviasa. Más enfadados estaban en las puertas de la compañía italiana, donde los viajeros acudieron en tromba para recuperar su dinero invertido, con la incógnita de cómo podrán volar a Europa en los próximos meses.

Comentarios parecidos se escuchan todos los días en Caracas. En la clase media del país, cunde la sensación de «cárcel sin barrotes». Otras compañías tan importantes como la panameña Copa redujeron un 39% sus asientos y la brasileña TAM, casi a la mitad. «La situación es crítica. Existe el riesgo real de aislamiento de aquí a unos meses», apostilló Humberto Figuera, presidente de la Asociación de Líneas Aéreas en Venezuela (ALAV).

Los montos congelados por el gobierno constituyen «más de la ganancia estimada en el ejercicio económico del año de cualquier aerolínea y para otros, las pequeñas empresas del Caribe, son recursos imprescindibles para mantenerse operando», según el comunicado emitido ayer por ALAV, en el que insta una vez más al gobierno para que anuncie cómo y cuándo va a pagar su deuda.

La asociación no se ahorró un ápice de dureza en su escrito, algo inusual en la Venezuela de hoy. Incluso calificó de «verdadera confiscación» el intento gubernamental de aplicar nuevas tasas de cambio a la deuda histórica, reduciendo así…

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