La Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA) y sus miembros siguen apoyando los esfuerzos de los Gobiernos para contener la propagación del COVID-19. En este momento de fuerte presión sobre la industria, IATA instó a los gobiernos a que:
• Estén preparados para la amplia repercusión económica de estas acciones;
• Respondan con rapidez a la fragilidad financiera de las aerolíneas, y
• Sigan las recomendaciones de la OMS (Organización Mundial de la Salud).
Estas peticiones son una respuesta a la prohibición del gobierno de los EE. UU. del ingreso al país de ciudadanos no estadounidenses y residentes temporales que permanecen en el área Schengen desde hace 14 días.
«Estamos ante una situación extraordinaria y los Gobiernos están tomando medidas sin precedentes. La seguridad —incluida la salud pública— se considera siempre una prioridad máxima. Las aerolíneas están cumpliendo con estos requisitos. Los Gobiernos también deben reconocer que las aerolíneas —que emplean a unos 2,7 millones de personas— están sometidas a fuertes presiones financieras y operativas. Necesitan apoyo», dijo Alexandre de Juniac, consejero delegado de la IATA.
Impacto económico
Ante la adopción de este tipo de medidas, la IATA insta a los gobiernos a que se preparen para las repercusiones económicas adversas que causarán. Las dimensiones del mercado entre EE. UU. y Europa son enormes.
En 2019 se realizaron un total de unos 200.000 vuelos regulares entre los Estados Unidos y el Espacio Schengen, lo que equivale a unos 550 vuelos diarios. El número de pasajeros fue de unos 46 millones (equivalente a 125.000 viajeros diarios).
Si bien los Estados Unidos reconoce la necesidad de seguir facilitando el comercio transatlántico, las consecuencias económicas de esta medida serán considerables.
«Los Gobiernos deben establecer las medidas que consideren necesarias para contener el virus. Y deben estar totalmente preparados para proporcionar apoyo para amortiguar la consiguiente alteración económica. En una situación normal, el transporte aéreo es un catalizador para el crecimiento económico y el desarrollo. Suspender los viajes a una escala de tanta magnitud provocará consecuencias negativas en la economía global. Los Gobiernos
deben ser conscientes de esto y estar preparados a prestar apoyo», dijo De Juniac.
Viabilidad financiera de las aerolíneas
Las aerolíneas ya están enfrentándose al impacto severo que está causando la crisis del COVID-19 en la industria. El 5 de marzo de 2020, la IATA estimó que las aerolíneas podrían perder hasta 113.000 millones de dólares de ingresos a consecuencia de esta crisis. La estimación se hizo en un escenario que no incluía medidas tan severas como las que EE. UU. y otros Gobiernos (Israel, Kuwait y España) han puesto en práctica desde entonces.
Las medidas de EE. UU. añaden más presión financiera. El valor total del mercado entre EE. UU y el espacio Schengen en 2019 fue de 20.600 millones de dólares. Los mercados que se enfrentan a un mayor impacto son EE. UU.-Alemania (4.000 millones de dólares), EE. UU.- Francia (3.500 millones de dólares) y EE. UU.-Italia (2.900 millones de dólares).
«Esto generará enormes presiones de liquidez para las aerolíneas. Ya hemos visto el cierre de Flybe. Y este último golpe podría empujar a otras aerolíneas en la misma dirección. Las aerolíneas necesitan medidas urgentes para superar esta crisis. Los Gobiernos deben tratar de encontrar todas las soluciones posibles para ayudar a la industria en unas circunstancias tan extremas. Ampliar las líneas de crédito, reducir los costes de infraestructura, aligerar la carga fiscal, todas ellas son medidas que los Gobiernos deben explorar. El transporte aéreo es vital, pero sin el salvavidas de los Gobiernos sufriremos una crisis financiera sectorial que se sumará a la emergencia de salud pública”, dijo De Juniac.
Recomendaciones de la OMS
La Organización Mundial de la Salud (OMS) sigue desaconsejando que se restrinjan los viajes o el comercio en los países que padecen brotes. El 29 de febrero de 2020 la OMS publicó una revisión de las recomendaciones que incluía lo siguiente:
«Las medidas en materia de viajes que interfieren considerablemente en el tráfico internacional solo pueden justificarse al inicio de un brote, ya que pueden permitir a los demás países ganar tiempo, aunque sólo sea unos pocos días, para aplicar rápidamente medidas de prevención eficaces. Esas restricciones deben basarse en
una cuidadosa evaluación de los riesgos, ser proporcionales al riesgo para la salud pública, ser de corta duración y someterse a revisión periódicamente a medida que la situación evoluciona».
«Instamos a los EE. UU. y a otros Gobiernos que están restringiendo los viajes a seguir las recomendaciones de la OMS. Esto está evolucionando rápidamente. La salud y la seguridad son las principales prioridades de los Gobiernos y del sector del transporte aéreo. Pero la eficacia y la necesidad de las restricciones a los viajes deben ser revisadas continuamente», dijo De Juniac.