Cali es la tercera ciudad más importante de Colombia y, por su propio poderío, es reconocida en el plano internacional como un sólido destino corporativo, a pesar de ser mucho más que eso. La pandemia y la crisis social que derivó en un duro paro nacional la han impulsado a transformarse y a proyectarse al mundo con un perfil diferente, mucho más turístico, con experiencias paquetizables. Ese desafío está a cargo de Stefanía Doglioni, quien asumió la Secretaría de Turismo a finales de junio y ya diseñó una hoja de ruta. Ella misma lo cuenta en diálogo con HOSTELTUR.
¿Cuáles son los desafíos que le plantea el actual contexto a la hora de gestionar un destino como Cali?
– Hace años que trabajo en el sector. Fui la directora del buró de Cali y Valle por unos tres años; y antes que eso me desempeñé en el de Bogotá, que está muy enfocado en la captación de eventos, en el MICE. Pero en Cali ya me empecé a vincular bastante más con el vacacional. Y eso siempre implica muchos retos. Además de la pandemia, que afectó de manera particular a la industria, desde el 28 de abril sufrimos todo el proceso del paro, una fractura social bastante compleja para la ciudad y para el país. Nosotros veníamos trabajando muy bien en términos de posicionamiento turístico en la región, y nos habíamos ganado un lugar importante en el plano internacional, en términos de llegada de turistas. Y se nos vino esta frenada en seco. A raíz de estas situaciones, Cali apareció en los titulares de los principales medios internacionales. Esto es un reto, pero también abre nuevas oportunidades.
¿Cuáles serían esas oportunidades?
– El hecho de que Cali se haya tenido esa visibilidad en los medios internacionales por las razones que fueran, nos da la oportunidad de tomar ese posicionamiento para cambiar el discurso desde la promoción. El turista internacional conoce mucho a Cartagena; conoce a Bogotá por ser la capital; y Medellín un poco. Pero no tanto a Cali, siendo la tercera ciudad más importante del país. Por lo tanto, nuestro enfoque es ver cómo podemos aprovechar esa ola negativa y transformarla en una ventaja.
Esa ha sido también una de las claves del reposicionamiento de Colombia hace ya algunos años, con una campaña muy famosa que decía “el riesgo es que te quieras quedar”. ¿Ese es el modelo que seguirán?
– Claro. Queremos verlo con otro color, y no sólo como un golpe que se le da a la ciudad. Transformar en positivo lo negativo.
Teniendo en cuenta su trayectoria y el posicionamiento de la ciudad previo a la pandemia, ¿el MICE será clave en esta labor?
– El turismo de reuniones sin dudas va a seguir siendo una apuesta como ciudad, pero también es uno de los que más lentamente se va a reactivar. Los eventos híbridos van a tener sus momentos, pero siguen siendo muy pocos. Las fronteras se abren y se cierran. Es decir, si bien se va a trabajar y vamos a tener eventos, tenemos que enfocarnos hoy en otras tipologías que son las que ahorita se están abriendo. Y una de ellas es el turismo de salud. Colombia es un foco de atracción para el turismo médico en tres categorías. De alta complejidad, porque muchas de las clínicas más reconocidas tienen convenios y reciben pacientes en oncología o cardiología. Otro es el de la medicina estética (que incluye el tema dental), en la que somos muy fuertes, pero queremos estructurar muy bien el producto, ya que hay mucha desinformación. Y el tercero es el de la oftalmología.
¿Están impulsando también el turismo cultural y el de naturaleza, que están siendo demandados en la “nueva normalidad”?
– Sí. En cuanto al cultural, vale recordar que Cali es “Ciudad Unesco” en “media arts”, pero además de eso tenemos los festivales, la Feria de Cali, el Mundial de Salsa, el Festival Petronio Álvarez de música del Pacífico. Entonces, hay una oportunidad de que estos eventos puedan ser importantes jalonadores. Somos la Capital Mundial de la Salsa, y eso conlleva que tenemos casi 90 orquestas, más de 100 academias de salsa, hay shows y toda una economía entorno a la fabricación de los instrumentos, los vestuarios y los zapatos. El desafío es cómo transformar eso en un producto para que las agencias puedan vender esa experiencia. En cuanto al turismo de naturaleza, Cali tiene más de 500 especies de aves, y sabemos que es una oportunidad gigante. Además del avistaje de aves, a sólo dos horas tenemos el océano Pacífico para avistar ballenas. Asimismo, tenemos todos los farallones para hacer hiking y trekking, en una delgada línea entre el turismo de naturaleza y el deportivo de aventura. Y también tenemos un fuerte turismo deportivo: hasta en los momentos del paro los hoteles mantuvieron su ocupación por temas específicamente deportivos…