En años recientes varios políticos han descalificado los aeropuertos estadounidenses como “obsoletos” y propios “de algún país tercermundista”, pero todo parece indicar que los pasajeros nunca han estado más contentos con el estado de las terminales aéreas del país.
Así lo muestra un estudio de J.D. Power, según el cual el grado de satisfacción alcanzó un récord en 2018.
Los aeropuertos del Norte de Texas quedaron bien colocados en la clasificación anual, donde el Aeropuerto Internacional DFW subió varios puntos para ocupar el quinto lugar entre los aeropuertos con más de 32.5 millones de pasajeros; y el Dallas Love Field en segundo entre los aeropuertos con entre 10 millones y 32.4 millones de pasajeros.
Publicado el miércoles, el estudio expone cómo cada aspecto —fluidez de los trámites de ingreso y seguridad; opciones de comida y bebidas— ha influido para elevar a niveles sin precedentes el grado de satisfacción del cliente, a pesar de que cantidades récord de viajeros saturan los aeropuertos del país.
“El principal factor es que [los pasajeros] tienen algo qué hacer una vez que llegan al aeropuerto”, dijo Michael Taylor, director de prácticas de viaje en J.D. Power.
“Hace años, cuando usted iba a un aeropuerto, había un KFC, un Burger King, un McDonald’s y un TCBY, y era lo mismo a dondequiera que fuera. Ahora los aeropuertos se han dado cuenta de que si ofrecen comida, bebidas y tiendas que reflejen a la comunidad local, la gente compra más seguido”.
La tecnología también ha tenido mucho que ver en elevar el nivel de satisfacción, agregó Taylor; por ejemplo al agilizar el proceso de ingreso con quioscos, la etiquetación de maletas por los mismos pasajeros, más tomas eléctricas en la sala de espera y WiFi más rápido.
“La tecnología ha sido aplicada con más eficiencia en lo que respecta a satisfacción en el proceso de ingreso”, aseguró.
“Se pueden hacer muchas cosas desde su propio teléfono, puede proceder a su propia velocidad y no tener que esperar a nadie”.
El efecto de estas innovaciones se puede ver a nivel local, donde los dos grandes aeropuertos comerciales han invertido miles de millones de dólares en remodelación y continúan gastando en nuevos detalles.
En el Aerpuerto DFW, que el año pasado terminó un proyecto de remodelación en tres de sus cinco terminales a un costo de $2,000 millones, las obras continúan.
El año pasado apartó $1 millón para 2,750 tomas eléctricas junto a los asientos y este año gastó $25 millones en la compra de ventanas de vidrio “inteligentes” que reducen el resplandor y el calor que entra a la terminal.
Para el año que viene tiene previsto abrir su primer Whataburger.
Love Field recientemente mejoró su señal de WiFi y planea ofrecer más opciones en comida y bebidas para reducir las filas en los concesionarios que tiene actualmente.
El estudio de J.D. Power, ahora en su 13er año, evaluó a los aeropuertos en una escala de 1,000 puntos en base a encuestas entre los pasajeros para medir seis criterios: instalaciones, facilidad de acceso al aeropuerto, proceso de entrada, revisión de seguridad, recuperación de equipaje, y opciones de comida y tiendas.
En la categoría de megaaeropuertos, el DFW fue superado por aeropuertos de Las Vegas y Orlando, que empataron en primer lugar, así como por los de Detroit y Denver…