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De respaldos de asientos a bolsas de mano: las aerolíneas también reciclan

Operar una aerolínea crea una extraordinaria cantidad de residuos: comida, combustible y las millones de toneladas de residuos salidas de alfombras desgastadas, uniformes y los cojines de los asientos.

Afortunadamente, muchos han comenzado a ser creativos con el reciclaje, al convertir sus productos usados en bolsas, colchas, zapatos, alfombras, y hasta un vestido de novia.

Lo que los pasajeros no ven al abordar un avión es que muchos componentes tienen un tiempo de caducidad. Por ejemplo, los chalecos salvavidas solamente están en buenas condiciones durante seis años antes de que deban sustituirse. Hasta los asientos tienen una fecha de caducidad.

«Después de tantas limpiezas en seco, las fundas de los asientos pierden su revestimiento de resistencia al fuego, y debido a las normas de Administración Federal de Aviación, no pueden continuar en el avión», explica Matt Mahler, fundador de Tierra Ideas, una empresa de diseño que se unió a Delta Airlines para crear bolsas y carteras a partir de las viejas cubiertas de asientos y cortinas de la aerolínea.

Nada genera tal cantidad de posible basura como una fusión de compañías o un cambio de logotipo. En esos casos, cualquier material que porte el viejo emblema o los antiguos colores de la empresa debe ser desechado para dar paso a lo nuevo.

Cuando KLM cambió sus uniformes hace 18 meses, tenían una enorme cantidad de tela sin utilizar en sus manos. Decidieron dársela a Desso Aviation, una empresa de alfombras con un enfoque de cero residuos y 100% biodegradable, conocido como «uso de principio a fin».

Desso convirtió los uniformes en alfombras, las cuales fueron puestas en la nueva cabina de la Clase Ejecutiva Mundial de la flota de aviones Boeing 747-400 de KLM.

Por lo general, a Desso le gusta conocer los antecedentes de los productos, ya que esto afecta la forma en que se utilizarán los materiales en el futuro. Por ejemplo, las alfombras de nylon pueden ser recicladas y convertidas en nuevas alfombras.

Cuando una alfombra de lana sobrepasa su periodo de utilidad, se convierte en combustible secundario para la industria del cemento y la tiza que sobra es utilizada para respaldar losetas. Delta deshecha sus alfombras de manera parecida, ahorrando 340 toneladas de material del contenedor de basura.

Finnair tiene un enfoque más benefactor. Los uniformes viejos son enviados para limpiar los derrames de petróleo, las frazadas son enviadas a campos de refugiados en Myanmar, y los asientos de avión son acondicionados como asientos de pasajeros en vehículos de emergencia de la Cruz Roja de Finlandia. Finnair también dona ropa y muebles para talleres de personas con necesidades especiales.

«No necesitamos crear una nueva oportunidad de negocios para nosotros; no estamos en el negocio del reciclaje y no queremos entrar en él», dice Kati Ihamäki, vicepresidenta de desarrollo sostenible de Finnair. «En su lugar, preferiríamos ayudar a otros a encontrar y crear nuevas oportunidades a partir de nuestros viejos productos».

Finnair también colabora con la empresa de diseño Global Hope, que también hace bolsas a partir de sus viejos uniformes. La empresa también patrocina concursos con ropa local y diseñadores de muebles, impulsándolos a crear productos a partir de sus desechos. Hace poco, la ganadora de un concurso de diseño de bodas en Finlandia utilizó uniformes de KLM para crear su vestido de boda de alta costura.

No obstante, Air France-KLM actualmente está a la cabeza en lo que se refiera a los esfuerzos por cuidar el medio ambiente (la empresa ha estado en los primeros sitios del Índice de Sostenibilidad Dow Jones durante cuatro años consecutivos).

Sophie Virapin, vicepresidenta de desarrollo sostenible de Air France, calcula que el 80% de su material a bordo es reciclado y reutilizado. En diciembre, la aerolínea se asoció con la empresa Bilum, compañía que diseña a partir de la reconversión de desechos, para hacer bolsas a partir de viejas vallas publicitarias y de chalecos salvavidas. Los estuches de los chalecos salvavidas, que se vendían al menudeo por 31 dólares, ya se han vendido por completo.

«De nuestros proyectos, las bolsas resultaron divertidas y encantadoras para los clientes y los medios de comunicación, a pesar de que no no eran más que una pequeña acción», dice Virapin, quien se encuentra ansiosa en señalar las muchas otras formas quizá menos atractivas en las que Air France ha reducido los residuos.

Las charolas de plástico donde se sirve la comida son reutilizadas para crear cubiertos de plástico, los cables de los respaldos de los asientos son acondicionados para convertirlos en audífonos, y los aviones retirados son escudriñados en busca de piezas reutilizables, las cuales, vuelven a construirse como aviones nuevos o son entregadas a General Electric.

«Cuando sacamos un producto nuevo, siempre nos preguntamos, ‘¿cuál es la vida útil de este producto y qué haremos con este al final de su vida?'», dice Virapin.

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